José Mourinho es un tipo criticado y polémico. Genera reacciones y opiniones diversas. Muy pocos comprenden algunas de sus actitudes. Para entenderle e interpretar sus acciones, declaraciones y decisiones hay que meterse en su cabeza y pensar como lo hace él.
Sigue un modelo que le ha dado un resultado incontestable durante los diez últimos años, y que se puede resumir en diez puntos:
1. No improvisa ni deja nada al azar. Mourinho es muy listo. Todas y cada una de sus palabras y de sus actos tienen un por qué y unas intenciones. Han sido cuidadosamente meditados y pensados previamente. Para él siempre tienen justificación, por muy inexplicables que parezcan en algunos casos.
2. Para José Mourinho el fin justifica los medios. Tiene que lograr la victoria como sea. No le importan las formas, solo el resultado final. Tampoco le importa la imagen pública del club al que pertenece. No siente un apego especial por ninguna entidad: llega, gana y se marcha a buscar otros retos que le motiven.
3. Su capacidad innata para persuadir e inculcar sus ideas hace que todos los miembros que le rodean crean en él. Desde el primer entrenamiento les cambia la mentalidad. La plantilla está con Mourinho y nadie duda de sus métodos. Utiliza la psicología y es extremadamente convincente.
4. La protección de sus futbolistas está por encima de todo. Se erige como el único protagonista para lo bueno y para lo malo. Acumula los elogios, pero también la presión y las críticas. Hace que todo recaiga sobre él para liberar a sus jugadores. Pretende que se hable sobre ellos lo menos posible aunque él salga perjudicado.
6. El partido se juega dentro y fuera del campo. El encuentro comienza días antes en la sala de prensa. Aprovecha todos los medios posibles para desestabilizar a sus rivales, desde simples críticas constructivas hasta acusaciones más o menos fundadas, pasando por opiniones dañinas hacia el adversario.
7. Pasa de cualquier tipo de opinión. Sigue una guía trazada previamente, y no le importa que la opinión pública se posicione en su contra, que le increpen o que le critiquen.
Le da igual parecer arrogante. No es como aparenta ser, solo cumple con su trabajo y toma las actitudes que considera necesarias para cumplir con su obligación. Su actitud pública dista mucho de la que mantiene con su familia y con sus amigos.
8. Fidelidad a su forma de pensar. No se deja influenciar, nadie cambia su opinión y sigue sus principios -incluidas las tácticas verbales que utiliza fuera del campo- hasta las últimas consecuencias.
9. Actitud y compromiso. No admite faltas de lealtad. Puedes fallar, pero siempre con el compromiso por delante. No le sirven los dudosos. Exige un 100% de implicación. Los que no asimilen su forma de pensar y sus métodos de trabajo jamás jugarán con él.
10. Distingue el trato personal del profesional. No es ningún ogro. En distancias cortas gana enteros: es cordial, cariñoso, y se hace querer. De cara al público defiende sus intereses sea como sea. No quiere amigos, solo éxitos; y utiliza todos los medios que tenga para debilitar al rival, cualquiera que sea, tanto deportiva como verbalmente.