Tras los desencadenantes trágicos de la famosa ley de la silencio me he visto en la obligación de llamar a la puerta de otro periodista. Hace varios meses, y con twitter de testigo, comencé a leer las columnas de un periodista gallego de Sanxenxo. Tenía una habilidad para escribir mortífera, con una cultura general delirante y un estilo que enganchaba al lector. Me quedé sorprendido por sus artículos sobre la política española; pensaba seriamente que era un nuevo Gistau. No me equivoqué ni un ápice. Me quedaba la esperanza de que no tuviese idea de escribir sobre el fútbol, para así, por lo menos, aportar algo coherente por mi parte. Tocado y hundido. El personaje que hoy entrevistamos es uno de los referentes intelectuales en el que se sostiene esa versión tan mourinhista, con su origen en el famoso madridismo 'underground' jarrosoniano. Manuel Jabois (Sanxenxo, 1978) es periodista del Diario de Pontevedra, columnista en El Mundo, colaborador de la revista JotDown y ganador del Premio Nacional de Periodismo Julio Camba; entre otras muchas cosas que alargarían esta entrada más que el final del Barcelona - Sevilla. También es autor de 'Irse a Madrid y otras columnas', libro personal -que os recomiendo- con un estilo en el que el humor y la ironía se mezclan en una serie de historias sobre política, fútbol y mujeres. No está mal el currículum. El próximo mes de abril publica un libro sobre los orígenes de su afición al Real Madrid, y visto lo que viene a continuación habría que ser muy fan de Valdano para no adquirirlo.
Hace unos meses publicaste “Irse a Madrid y
otras columnas”. El libro ha recibido bastantes elogios, ¿cómo valoras la
experiencia?
Ha sido divertido y me ha sacado muchos complejos, como ese
miedo a gustar fuera. También te hace
mejor; inmune al halago y desconfiado, casi en un estado privilegiado de
eremita. He recibido palabras sonrojantes, probablemente injustas, y si no las
desmiento todas es únicamente por no faltar al respeto.
Utilizas un estilo irónico, desenfadado y muy personal. ¿Instinto del escritor o rasgo personal?
Utilizo el estilo que me sale porque yo soy irónico,
desenfadado, muy personal y bastante sexy, por otra parte.
¿Por qué tienes tanto recelo a venirte a Madrid?
A mí me interesa que me lean en Madrid, y quien dice Madrid
dice en todos los sitios. Donde esté yo es lo de menos. Los que me quieren
llevar a Madrid lo hacen con el ánimo únicamente de sacarme por ahí a beber
copas y meterle mano a gogós. Nadie me dice: “Vente a Madrid que aquí vas a
escribir muy bien”. Porque yo sé que donde mejor se escribe, tradicionalmente,
es en la cárcel y en los monasterios, y a ésos no me invitan, de momento.
A raíz de esto: ¿te gustaría trabajar de
corresponsal en el extranjero?
Yo he sido corresponsal de mi pueblo, y nadie es más extranjero
que un tío con libreta entre sus propios vecinos. Dicho lo cual, no me gustaría
tanto vivir en el extranjero como escribir ciertas cosas fuera. Un cambio en
Cuba, por ejemplo, que debe de ser tan emocionante como cubrir una guerra en
Suiza.
Algunos redactores, sobre todo en el caso de los
blogs, dan bastante importancia a la opinión de sus lectores. En cambio tú
afirmas todo lo contrario. ¿Por qué?
Porque soy una persona muy insegura y no puedo darme el lujo
de atender a lo que dicen de mí. Hacerle caso a lo que diga un lector es como
pincharte por primera vez: estás jodido, porque es un vicio atender opiniones
ajenas. Yo soy periodista y no entiendo esa necesidad de decirle a un
periodista constantemente si está haciéndolo bien o mal. Aquí hace uno una
entrevista y en lugar de valorar las respuestas del entrevistado se valoran las
preguntas del entrevistador. La conversión del periodista en noticia es lo peor
que le podía pasar a esta profesión, y a ese proceso siniestro ha ayudado
Twitter, que es pasto de muchas vanidades, incluida la mía, que probablemente
sea la peor de todas. No hago otra cosa que leer entrevistas a periodistas
-interesantes todas, ojo, incluida ésta-, pero son periodistas hablando con
periodistas sobre el periodismo. Hay algo ahí que no funciona, como una
autopsia perpetua.